Protea nace en medio de una pandemia, en 2020. Por eso se concibe como una entidad antifrágil, como diría Taleb, con un sistema inmunológico que se refuerza con las variabilidades del entorno.

 
 
 

La protea simboliza la riqueza y diversidad de las especies con una alta capacidad de adaptación a su entorno. Esta planta crece en gran parte del mundo y adopta formas y colores distintos, en función de las condiciones del terreno. Recibe su nombre del dios griego Proteo, que tenía la capacidad de cambiar de forma a voluntad.

Sus creadores son Marcelo Lasagna y Carmina Sánchez, que después de un período profesional en Chile, deciden volver a su querida Barcelona y crear un nuevo proyecto profesional, para poner en práctica todo lo que han aprendido y experimentado a lo largo de sus carreras profesionales en los ámbitos de la consultoría, la formación, la educación superior, la comunicación y la gestión del conocimiento.

 
 
 
 
 

Marcelo Lasagna.

Fundador de Protea. Soy politólogo, sí. Pero antes que nada, aprendiz indisciplinado.

  • Me formé en universidades —la Autónoma de Barcelona, la Pompeu Fabra, la UOC, George Washington, la Adolfo Ibáñez— pero me deformé en las calles, en las salas de reunión, en las crisis y en los bordes donde las organizaciones se quiebran o florecen. Hice un doctorado, un máster en Estudios Internacionales, un diplomado en Filosofía de la Ciencia y Sistemas Complejos…

    Pero la educación verdadera me vino de acompañar durante más de tres décadas a empresas y servicios públicos a atravesar su metamorfosis. He trabajado con más de 60 organizaciones en España, Chile y América Latina, ayudándolas a salir del piloto automático, a dudar de sus certezas, a cultivar nuevas formas de mirar, decidir, actuar. A veces con métodos. A veces con preguntas. O con silencios que mueven más que un plan estratégico. Mi propósito es sencillo y desafiante: ayudar a que las organizaciones —esas criaturas contradictorias, rutinarias y luminosas— se vuelvan más adaptativas, más conscientes de su tiempo, más generosas con el mundo que habitan. Que no solo produzcan valor, sino que también lo cuiden. Que no solo perduren, sino que merezcan perdurar. Vivo en una tensión fecunda: entre la misantropía y el gregarismo. Entre el escepticismo metódico y una obstinada fe en la potencia de las ideas bien sembradas.

 

Carmina Sánchez.

Fundadora de Protea. Es de Sabadell, aunque ha vivido los últimos 13 años entre Chile, México, Australia y Barcelona.

  • Su carrera profesional se ha desarrollado en los ámbitos de la comunicación, la gestión universitaria, la docencia y la consultoría, tanto en el ámbito público como privado. Tiene un máster en comunicación por la Universidad Pompeu Fabra y otro en educación y TIC por la UOC. En lo profesional, la mueve crear experiencias de aprendizaje que transformen a personas y organizaciones.

 
 
 
 

Constanza Collarte.

Consultora asociada. Soy abogada. Pero, sobre todo, me siento una exploradora de transformaciones.

  • Empecé temprano: a los 18 ya trabajaba en estudios jurídicos, y desde entonces mi vida profesional se tejió entre tribunales, ministerios y reformas. Más de 25 años de experiencia me llevaron a diseñar, tramitar e implementar cambios que transformaron el sistema de justicia chileno: desde los Tribunales de Familia, pasando por la Reforma Procesal Civil, hasta la Ley de Tramitación Electrónica. No fueron solo proyectos: fueron transformaciones reales, construidas con equipos, con confianza y con la convicción de que el cambio ocurre cuando se hace en conjunto.

    En la Corte Suprema levanté una Dirección de Estudios robusta y reconocida, capaz de pensar estratégicamente y con datos el futuro de la justicia. Y en paralelo, enseñé a generaciones de estudiantes y profesionales que lo importante no es repetir teorías, sino atreverse a crear haciendo.

    Luego elegí una pausa. Ocho años para mirar desde otro ángulo: acompañando a líderes y organizaciones en sus propios procesos de cambio, profundizando en la complejidad y en lo sistémico. Aprendí que no basta con diseñar estructuras; lo crucial es entender los tejidos invisibles que hacen que las transformaciones perduren o se desvanezcan.

    Hoy, mi experiencia se abre más allá de la justicia. Sigo apasionada por el acceso y la paz social, pero también sé que los desafíos de la complejidad son comunes a todos los sistemas: instituciones, empresas, comunidades. Mi propósito es ayudar a que cualquier organización que enfrente una transformación pueda hacerlo con adaptabilidad, creatividad y humanidad.

    Vivo en esa tensión fértil entre lo jurídico y lo estratégico, entre lo técnico y lo humano, entre la precisión de una norma y la amplitud de un silencio. Entre el sueño de sociedades más justas y la realidad concreta de los equipos que se atreven a cambiar.

 

Madis Ilstav.

Consultor asociado. Me apasiona el juego infinito de percibir la complejidad del mundo, distinguir relaciones

  • y matices en ella, y desafiarme a plasmarlas en modelos descriptivos que me obliguen a ir a los límites del lenguaje, la lógica y la intuición; para luego, en la práctica, ver si la realidad los cuestiona o los acepta.

    Esta pasión tiene dos caras. Cuando ocurre lo primero, me inunda la adrenalina de lanzarme a un nuevo intento y descubrir qué sucedió. Pero cuando el modelo prevalece, se posibilita un segundo juego: diseñar los dispositivos que permitan aprovechar al máximo el valor práctico de esa nueva comprensión.

    Debe ser por eso que, además de dedicarme a la filosofía de las ciencias, soy ingeniero… y para superar el aplastante tedio de la tradicional formación de pregrado, desde ese entonces me dedico al diseño y desarrollo de modelos teóricos y herramientas prácticas orientadas a comprender, diagnosticar y mejorar la adaptabilidad, confiabilidad y calidad de los sistemas complejos.

    Soy ingeniero mecánico, candidato a Máster en Filosofía de las Ciencias por la Universidad de Santiago de Chile, y me dedico a asesorar y acompañar a organizaciones y sistemas socio-técnicos en sus umbrales más desafiantes: allí donde la complejidad, el caos y el vértigo de las abstracciones les resulta abrumador; para que puedan entenderse en profundidad, adaptarse confiablemente y actuar con mayor precisión.

 
 
 
 

Adriana Arciniega.

Consultora asociada. Soy Adriana Arciniega Muñoz, abogada arequipeña que eligió Lima como su hogar.

  • Hace 19 años descubrí mi vocación en el sector público, un camino que confirmé en el Maxwell School de Syracuse, donde mi curiosidad insaciable encontró respuestas sobre cómo las instituciones pueden volverse más justas, humanas e inteligentes.

    Soñadora convencida de que todo se puede, me apasiona modernizar y transformar organizaciones, diseñando soluciones creativas hechas a medida para llevarlas a su máximo potencial. Creo firmemente que el trabajo sin propósito ni pasión es una pérdida de tiempo, y que el cambio es la única constante que puede impulsar culturas más sólidas y confiables.

    Lideré la primera experiencia de implementación integral de gestión de riesgos y de gestión por procesos en todos los niveles de una institución pública peruana, un hito reconocido en documentos oficiales que abrió camino a nuevas prácticas de modernización. A lo largo de mi trayectoria he sumado otras buenas prácticas que hoy forman parte de la memoria institucional del sector público peruano.

    Soy profesora en la Universidad de Lima, donde enseño compliance público y ESG (Environment, Social & Governance). Soy autora del artículo El compliance público en la era digital: nuevos enfoques para la administración pública. Veo un futuro cercano en el que las organizaciones se conviertan en un motor de confianza y legitimidad.

 

Estefanía Merino.

Consultora asociada. Con ADN extremeño y Sevillana de adopción, soy Consultora, Formadora en competencias

  • y coach, y una exploradora incansable del talento humano.

    Me formé en las Universidades de Extremadura y Sevilla, especializándome en Recursos Humanos en escuelas de negocio como el Instituto de Estudios Cajasol, pero mi verdadera escuela han sido las empresas, los equipos y las personas con las que he trabajado. A través del coaching y la programación neurolingüística me enamoré de la complejidad y diversidad de la mente humana, las relaciones sociales y como esto lo podía extrapolar a las organizaciones, para lograr el bien estar y serenidad que tanto se busca y traducirlo en excelentes resultados en el trabajo diario.

    He trabajado con empresas de sectores diversos y con entidades comprometidas con el desarrollo de las personas. Durante más de una década, he diseñado y facilitado programas de formación en competencias profesionales, procesos de coaching ejecutivo y de equipos, planes de selección y promoción interna, estrategias de prevención de riesgos psicosociales y de cultura preventiva. He estado en la trinchera de los conflictos laborales y en el nacimiento de equipos de alto rendimiento, ayudando a que lo difícil se vuelva posible y lo posible, inspirador.

    Mi propósito es ayudar a que las organizaciones se conviertan en espacios más humanos, adaptativos y conscientes. Que no solo midan resultados, sino también bienestar. Que no solo gestionen talento, sino que lo cultiven. Que las personas encuentren en su trabajo un lugar donde crecer, aportar y sentirse parte de algo más grande.

    Creo en las organizaciones como ecosistemas donde el valor no solo se produce: también se comparte y se cuida. Creo en el poder transformador de las personas y en la capacidad de las organizaciones para reinventarse cuando ponen el talento en el centro.

    Acompaño a equipos y profesionales a descubrir su fuerza, a liderar con conciencia, a crecer sin perder lo humano, que el trabajo no sea solo producir, sino también florecer. Que las organizaciones no solo perduren, sino que merezcan perdurar.

 
 
 
 
Somos cazadores; solo estamos verdaderamente vivos en los momentos en que improvisamos: sin programa, tan solo estímulos y pequeñas sorpresas del entorno
— Nassim Taleb